Una nueva gobernanza para el Área Metropolitana de Barcelona

BARCELONA AHORA

José Enrique Ruiz-Domènec

El Consell de Cent como ejemplo

Memoria de una institución municipal

Los primeros paso en la constitución del Consejo de Ciento, el Consell de Cent, están vinculados a la política económica del rey Jaime I, bien definida en 1265 en el decreto de constitución de un Consell local formado por cien prohoms o jurats. Antes, en los años cincuenta, una serie de privilegios, editados por Antonio de Capmany y de Monpalau en su monumental Memorias históricas sobre la marina, comercio y artes de la antigua ciudad de Barcelona, permitió situar a la ciudad de Barcelona a la altura de las otras grandes metrópolis comerciales del Mediterráneo occidental, en particular, Marsella, Génova, Pisa, Livorno, Nápoles y Palermo; y lo hizo gracias a hombres como Ramón de Plegamans, rico ciudadano de Barcelona, muy práctico en la mar, como dice de él el rey Jaime I en el Llibre dels feyts. Por uno de esos azares afortunados de la historia, la creación del Consell adopta el mismo tono que el interés de la casa real de hacerse con el Reino de Sicilia como pieza clave en una expansión por algunas islas del Mediterráneo que le permitiera entrar en el bien saneado negocio de las especias de ultramar. 

En Barcelona, en el último tercio del siglo XIII, con el paso de la Corona de Jaime I a su hijo Pedro el Grande, casado con la altamente distinguida Constanza, descendiente del emperador Federico II, todo es revuelto: el interés de los ciudadanos honrados es situarse en primer plano en las rutas del comercio internacional en lo que el gran medievalista Roberto Sabatino López denominó el mundo de los horizontes abiertos; el Consell de Cent es la pieza clave en esta decisión de convertir Barcelona en una importante metrópolis mercantil. Se sucede a ritmo vivo una serie de acontecimientos decisivos, las vísperas sicilianas, la invasión francesa, el cambio de lengua culta del Provenza al catalán con el que Desclot redacta la crónica, la consolidación de la burguesía emprendedora. La casa real apoya todas las iniciativas hasta el punto de enviar a uno de los más conspicuos representantes de los ciudadanos honrados, Guillem Durfort II, cuya madre Saurina era la dama de confianza de la reina Constanza, a negociar con el papa Bonifacio VIII, un espléndido autócrata, la situación legal de la Corona en el litigio por Sicilia. Una recomendación del rey, antes de que partiera Guillem Durfort II (“un burgués de Barcelona qui era seu e de sa casa”, escribe Declot), se convierte en una llamada de atención de los muchos que estaban en juego en esos años, el porvenir de la ciudad de Barcelona ideado desde el Consell de Cent

Pronto, antes de lo que cabría imaginar, llega al trono Jaime II, el hijo menor de Pedro el Grande debido a la accidental muerte de su hermano mayor Alfonso el Liberal. Un rey de grandes decisiones que se involucra a fondo en convertir la ciudad de Barcelona en el centro de una comunidad de interés mercantiles. Esos intereses quedan reflejados en la mejora urbanística, con la pasión de los ciudadanos honrados por decorar sus casas con pinturas de tema caballeresco. Incluso el propio rey al apoyar la construcción del monasterio de clarisas en Pedralbes para retiro de su última esposa Elisenda de Montcada, está uniendo el desarrollo económico de la ciudad con la moral mendicante, al fin y al cabo los franciscanos y los dominicos fijaron el sistema de valores de esta sociedad cada vez más limitada; de hecho una oligarquía con la imagen de un patriciado urbano. 

En el libro Regiment de princeps del franciscano Francesc Eiximenis se traza el plano de la ciudad ideal, un cuadrilátero en cuyo centro se ubica la plaza de la catedral, dividido en cuatro barrios, uno para orden mendicante. Las primeras décadas del siglo XIV fueron una época prometedora, como refleja Ferrer Bassa en sus deliciosas pinturas en Pedralbes. Hacia 1330 reinaba el optimismo y la esperanza entre la población barcelonesa que, superados ya los fabulosas gestas de finales del siglo XIII, contemplaba ilusionada la expansión económica, expresión que evocaba el inicio de una era catalana en el Mediterráneo. La gente comenzó a imaginar un futuro munífico capaz de reconciliar el lujo privado con la piedad mendicante. Los barceloneses aspiran a recibir buenos ingresos para mejorar sus viviendas pensando en la necesidad de construir una nueva muralla como símbolo del crecimiento de la economía. Prevalecía una inmensa confianza en sus instituciones vinculada siempre a la lealtad con la casa real. La opulencia hizo de estas décadas un periodo prometedor. La prosperidad presentaba tentadoras oportunidades para situarse en pie de igualdad con las grandes potencias marítimas en el negocio de las especias, al tiempo que se planificaba rehacer la cultura bajo la matriz del gótico mediterráneo que comenzó a dejar muestras excelentes en hospitales, iglesias, conventos y palacetes de la alta burguesía. Pero los nuevos cambios requerían líderes capaces de establecer un orden de prioridades y de tomar decisiones. Fue en este punto donde se quebró el equilibrio y no en una supuesta, y desde luego muy exagerada crisis de la economía agraria del Principado. Veamos este punto con detalle. La historia suele ser más compleja que los relatos simplificadores tan del gusto actual. 

Avatares de una institución municipal 

Hollados por la crisis agraria pero sobre todo diezmados por la errónea política de la Generalidad, los miembros del Consell de Cent que representaban a los ciudadanos de Barcelona, a mediados del siglo XIV, sin embargo, se encaminaban hacia una de las grandes épocas de su historia. Esa atmósfera era a menudo crítica con algunas medidas adoptadas por el gobierno de la ciudad pero siempre era lozana y atenta a los valores que se advertían en el futuro. Una parte de ellos se preparaban para recibir la buena nueva del humanismo italiano que con Petrarca y Bocaccio había adquirido plena madurez. Los salones literarios de las damas de Barcelona le piden a Bernat Metge que traduzca al catalán el último cuento del Decamerón, el que se refiere a la historia de Griselda. Y así lo hace en honor de la señora Guimerà, quien lo lee en su círculo social con notable suceso. 

Un futuro prometedor se abre ante la ciudad de Barcelona tal como lo piensan los miembros de su distinguido consejo frente a dos lacras que perduran como un peso maligno: en primer lugar, la corrupción política que envía a la cárcel a muchos hombres vinculados con las finanzas del Estado en un famoso litigio que tuvo como principal acusado al financiero piamontés Luchino Scarambi, y en segundo lugar la violencia urbana que termina por provocar el desagradable pogromo de 1391 en el que se saquean las viviendas del call judío. Pero el sueño de una sociedad mejor se va expandiendo entre los miembros del consejo en medio de un conflicto político de enorme calado que en el Compromiso de Caspe de 1412 terminó por introducir una nueva dinastía en la casa real. 

Las inversiones se recuperaron, el tono vital de la ciudad volvió a sentirse en la buena marcha de los negocios o del comercio marítimo, la Taula de Canvi sirvió de soporte a la pequeña empresa, la corrupción aminoró aunque seguía la tensión política con los cansinos partidarios del conde de Urgell, llamado “Jaume el Disortat”, quienes, desde las tierras del interior de Cataluña, exigían la corona para él, declarando ilegítimo el acuerdo al que se había llegado en Caspe en el que tanta influencia tuvieron los ciudadanos honrados de Barcelona, y por tanto en parte las deliberaciones del consejo. El mundo del arte se rehízo. Eso era muy importante. Con un tono alegórico con Lluís Borrassá que presenta a un muchacho en la ventana viendo pasar el mundo ante su inquisitiva mirada; simbólico con Bernat Martorell que representa el problema como la oposición entre una princesa prisionera y un Dragón al que vence San Jorge con su lanza en ristre. Pero, finalmente, había que buscar la zona neutra, objetiva, realista. En 1445 Lluís Dalmau se dispone a hacer en Barcelona lo que el gran maestro flamenco Jan Van Eyck estaba haciendo en Gante y Brujas: imponer un nuevo lenguaje pictórico donde se exprese la verdad de una sociedad que apuesta por el bienestar. Pero esa verdad a la que aspiran no es la verdad trascendental de los clérigos mendicantes que aún resoplaban en las plazas públicas (y en los púlpitos) con alegatos de una cultura común para todos, sino la verdad de la naturaleza. Los hechos tal como son. Claros, nítidos, que muestren el tono de una sociedad Y es aquí donde se percibe la influencia de una mentalidad que no habría que llamar burguesa sin traicionar sus aspiraciones profundas, pero que se caracterizaba a todos los barceloneses que deseaban mejorar la vida social de su ciudad. Una grupo humano práctico, ajeno al torbellino de las ideologías que dominaban los conflictos sociales entre la Busca y la Biga, entre los que creían en la dinastía y los que la detestaban, los que soñaban con formar parte de un sólido Estado y los que se contentaban con llorar un pasado que en realidad nunca había existido. 

En medio, de todo esta barahúnda, numerosos barceloneses aprendieron el oficio con precisión. Indispensable para juzgar a primera vista los objetivos del mundo moderno que estaba a las puertas. Se trataba de entender la mercatura, el mundo de los negocios extendido por todo el mundo, principio de un renacer de la ciudad. Querían imponer esa parte de la ragione que decían los italianos de su tiempo, una razón que no es la ratio eclesiástica, sino la razón del negocio, de la obra bien hecha, de la moral del trabajo. Y aquí Lluís Dalmau recibe el encargo del consejo municipal. Nótese bien: recibe el encargo; esa es la gran novedad del momento. Y pinta sobre madera de roble flamenco, y al óleo, La Virgen de los Consellers, donde realiza retratos veristas de los responsables políticos que le habían pedido esta pintura. La obra es un icono de Barcelona en las puertas de un despegue económico. La reforma realizada por el rey Alfonso el Magnánimo diez años después del encargo a Dalmau significa un aumento del número de los jurats del Consell de Cent para dar cabida a cada uno de los cuatro estamentos, ciudadanos honrados, mercaderes, artistas y menestrales, y así el número alcanzó la cifra de ciento veintiocho, treinta y dos por cada estamento. Se fijo además la duración del cargo de los Consellers, dos años, y se crearon las comisiones que permitiera activar este organismo. 

Lamentablemente, el peligro seguía. Lejos de los valores del mundo moderno, percibidos en el horizonte, se gestaba la reacción en nombre de las esencias de una patria inventada. A continuación se desarrolla una tradición perniciosa para Cataluña: la rebelión de la Generalidad contra el Rey, y su nefasto corolario, la guerra civil, que duró diez años, entre 1462-1472. La década en que se malogró todo. ¿Servirá de algo conocer esta historia? 

I. MEJORAR LA GOBERNANZA METROPOLITANA Y GLOBAL

En febrero de 2019 el Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona, el Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) y el Pla Estratègic Metropolità publicaron el trabajo «QUINES POLÍTIQUES PER A QUINA METRÒPOLI», en su presentación Ada Colau afirmaba:

El siglo XXI está llamado a ser el siglo de las ciudades, en tanto que se han convertido en los principales espacios de colaboración, de innovación y de impulso de la economía mundial, de la misma manera que los grandes retos de la sociedad actual (el cambio climático, el crecimiento de las desigualdades, la crisis de confianza en las instituciones democráticas, el cambio tecnológico y los grandes movimientos poblacionales) tienen también una declinación marcadamente urbana”.

Es una idea, sin duda, potente y que podemos compartir; pero que necesita ser completada en la medida en que los grandes retos que Ada Colau sintetiza tienen una declinación urbana; pero tienen también una dimensión que sobrepasa largamente lo urbano y va mucho más allá de las fronteras estatales. Son problemas globales que requieren respuestas globales.

Por eso podemos afirmar que el siglo XXI será, además del siglo de las ciudades, el siglo de gobernanza mundial, de la misma manera que el siglo XX fue el siglo de los bloques enfrontados y las dos guerras mundiales, y el XIX el siglo de los Estados y el Imperialismo.

Llama poderosamente la atención que los cinco retos que la alcaldesa de Barcelona y presidenta del AMB identifica sean tan complejos en sus causas como en las políticas que requieren para hacerles frente. Son problemas donde causas económicas se superponen a otras de naturaleza política y que, teniendo un fuerte componente «urbano»; pero también una extensión supraestatal, requieren soluciones definidas a nivel global, sancionadas a nivel estatal y aplicadas muchas veces a nivel local.

Afrontamos retos que exigen la colaboración de múltiples administraciones públicas, que no solo pertenecen a diferentes estados, sino que, a menudo, responden a diferentes pautas culturales y operan, primariamente, sobre territorios y poblaciones distantes y diferentes, a pesar de que sus actos puedan afectarnos a todos. Debemos establecer  modelos de colaboración entre administraciones y debemos hacerlo conscientes de que la democracia representativa es, al mismo tiempo, mecanismo para la solución y uno de los problemas a resolver.

Estamos obligados a mejorar los sistemas de gobernanza global, estatal y local si queremos dar respuesta a los desafíos que afrontamos, y que sean eficaces y justos.

 El documento al cual nos hemos referido al principio de este capítulo, contempla diversos apartados: los dos primeros relativos a los «retos y propuestas de la gobernanza metropolitana» en el ámbito territorial, en el institucional (poder político, participación ciudadana y legitimidad democrática) y en el de las políticas y proyectos metropolitanos específicos, el tercer apartado recoge  aportaciones individuales sobre las potencialidades del AMB y su proyección exterior, el futuro de las ciudades y de la planificación estratégica metropolitana, el desarrollo económico inclusivo y sostenible de la Barcelona metropolitana y «last but not least» una reflexión sobre la gobernanza de la movilidad metropolitana que responda a los retos de la digitalización y el medio ambiente.

A esto debemos añadir que la publicación del № 61 de los Papers de l’Institut d’Estudis Regionals i Metropolitans de Barcelona, realizada muy poco antes, se titula  «GOBERNANZA METROPOLITANA» y que, también contemporáneamente, el AMB hizo público el «Proyecto DREAM» (diagnosis. reflexión, estrategia y acción metropolitanas) una reflexión estratégica con tres ejes:

(I) Cohesión social y territorial (inclusión)

(Ii) Metabolismo urbano (movilidad sostenible, transición energética, cambio climático y pro diversidad)

(Iii) Gobernanza (soberanía tecnológica y transparencia)

Es obligado constatar que la gobernanza se ha convertido en uno de los principales asuntos en la agenda del Ayuntamiento de Barcelona, la comunidad científica y el AMB, siendo también el núcleo central del № 9 de la publicación «Política & Prosa» de fecha abril de 2019 y titulado «Les Claus de Barcelona«. No puede extrañar, en este contexto, que sea también el núcleo central de esta nueva publicación de BDF.

La preocupación por la gobernanza no es una prioridad tan solo para nuestras autoridades municipales y metropolitanas, sino que es compartida por destacados politólogos y por importantes instituciones internacionales conscientes de que el mundo afronta problemas globales que requieren respuestas globales, respuestas que solo podrán ejecutarse elaborando y manteniendo un robusto Principio de Legalidad internacional.

El fortalecimiento de la legalidad internacional se hace más necesario en un momento en que no solo los problemas que afrontamos son globales, sino que también lo es el contexto político y económico en que vivimos, una «globalización» que, incluso en opiniónde sus más duros críticos, es irreversible.

Esta es la opinión de Joseph E. Stiglitz formulada en el año 2002 en una de sus más conocidas obras: «El malestar en la globalización». En esta obra, escrita en un momento en que la crisis del 2008 no era todavía previsible, Stiglitz sostiene que la globalización no está funcionando correctamente; pero que el neoproteccionismo no es la solución, sino que debemos pensar en una mejora de la gobernanza a nivel global.

Por decirlo con sus propias palabras:

«La globalización actual no funciona. Para muchos de los pobres de la Tierra no está funcionando. Para buena parte del medio ambiente no funciona. Para la estabilidad económica global no funciona«.

Y siendo esta su opinión, también queremos destacar su diagnóstico sobre la causa de este mal funcionamiento:

«A escala mundial, el motivo por el que la globalización no funciona es la gobernanza».

Asimismo, el camino para la solución:

«El cambio más fundamental requerido para que la globalización funcione como debe, tiene que producirse en la gobernanza».Dicho de otra manera, «debemos gobernar la globalización».

En nuestro anterior trabajo «Un proyecto para la Barcelona metropolitana», afirmábamos que Barcelona es una metrópoli conectada a la red nodal de ciudades donde se concentra el conocimiento y la innovación, la red donde se construye el futuro. Somos parte de un todo que está cuestionando su modelo de gobernanza al mismo tiempo que nosotros cuestionamos nuestro propio modelo.

Vivimos un tiempo en que la mirada se centra en un «nosotros» demasiado limitado y próximo. Esta actitud nos hace olvidar a menudo que compartimos problemas con muchos otros y que podemos encontrar ayuda trabajando en colaboración con otros, próximos o más lejanos, así comolas respuestas que necesitamos, al tiempo que compartimos nuestras experiencias.

Es cierto que a nivel global hace tiempo que hemos abandonado la convicciónde que la democracia liberal y la economía de mercado son el estado más alto de la evolución humana, es cierto que la misma idea de que un sistema pueda considerarse el final de la historia ha sido sustituida por la convicción de que la historia, más tarde o más temprano, lleva a todos los sistemas a un final.

Este cambio de óptica parece, en muchas ocasiones, proceder de un profundo desengaño que afecta, de manera muy generalizada, a las instituciones de gobierno a todos los niveles y que, de manera particular, supone una crisis de confianza en la democracia.

Este es el clima intelectual en que nos planteamos la reforma de nuestra gobernanza y precisamente por ello consideramos de fundamental importancia tener claros los principios por los que deberíamos regirnos. Una vez más, tomaremos prestadas las palabras de Stiglitz:

«El buen gobierno debe basarse en unos cuantos principios sencillos de representatividad, legitimidad, transparencia y responsabilidad».

Volveremos detalladamente sobre ellos.

II.- GOVERNANZA PARA UN TIEMPO DE CRISIS

1.- ¿Qué nos está pasando?

Asistimos a un cambio de gran importancia que puede tener consecuencias imprevisibles respecto de nuestras sociedades, en consecuencia, para nuestras vidas. La desafección hacia la democracia de gran parte de la ciudadanía de los países occidentales.

En 1989, seis meses antes de la caída del muro de Berlín, Francis Fukuyama escribió un breve artículo en la revista “National Interest” titulado “El final de la Historia”. Sus tesis las amplió después al publicar en 1992 su obra más conocida “El final de la Historia y el último hombre”, insistiendo en que la democracia liberal y el libre mercado se habían convertido en la forma de organización social a escala planetaria sin que existiera una alternativa que pudiera discutirle esa hegemonía y constatando que ese sistema había demostrado ser compatible con cualquier de las civilizaciones existentes en el mundo.

En la tesis de Fukuyama, el final de la Historia no significaba, obviamente, que no pudieran ocurrir hechos de relevancia histórica, pero sí que no existiría un proyecto de organización social, política y económica alternativo al entonces dominante.

Paradójicamente, la realidad pareció confirmar inicialmente la tesis de Fukuyama con la desaparición de la URSS y la incorporación de China a la economía de mercado, para más tarde contradecirla radicalmente. La percepción dominante hoy es que no estamos viviendo el final de la Historia, sino un momento en que la economía de mercado genera fuertes tensiones y está provocando una pérdida de confianza generalizada y extendida en las clases medias occidentales que parecen estar poniendo en cuestión de forma simultánea, la globalización y sus resultados y la eficacia del sistema de representación democrática.

En términos estadísticos, la globalización ha supuesto una importante disminución de la pobreza en el mundo, pero simultáneamente ha producido un aumento exponencial de la desigualdad. La riqueza se acumula cada vez en las manos de menos, mientras que las clases medias se empobrecen hasta sentir que su estatus económico y social está en riesgo.

2.- Cinco libros

Sectores crecientes de la población occidental ven que precisamente por esos riesgos la democracia no funciona y como consecuencia visible:

1 Los representantes viven como alejados de los representados…

 2 No hay confianza en los políticos por parte de los ciudadanos.

La población desconfía de la democracia porque le ha defraudado. Y eso se traduce en una baja participación electoral y un desinterés por la política. La esperanza que aparentemente produjo el fin de la Guerra Fría ha acabado dando paso a una creciente frustración. No ha sido el “final de la historia” y tendremos que evitar que la frustración conduzca hacia posiciones alejadas de lo que es la democracia.

Es un debate actual. Hay mucha bibliografía que analiza lo que está sucediendo respecto a ese desencuentro con la democracia, ese desencanto de la población. Y lo hay tanto en Europa como en Estados Unidos, de izquierdas y de derechas. Hemos efectuado una selección de cinco libros cuyos autores han buscado interpretar el porqué y encontrar soluciones.

  • SlavojZizek:  “Problemas en el paraíso”

Zizek menciona a Fukuyama indirectamente en el propio subtitulo… y de hecho entre otras cosas cuestiona las tesis del estadounidense.

Para Zizek no hay una “civilización capitalista” y por ello ese sistema puede operar en diferentes formas en otros contextos civilizatorios. La economía de mercado puede funcionar en muchos ámbitos en cuanto que es una forma de organizar la economía. Así  podrá coexistir con el modelo autoritario chino o con el del estado del bienestar europeo.

En el libro, Zizek trata de explicar mediante nexos comunes las diferentes revueltas que están ocurriendo en el planeta, primaveras árabes incluidas, que ve como el resultado de las contradicciones inherentes al propio capitalismo.

Zizek introduce un elemento novedoso en la consideración marxista de “los parados como ejercito laboral de reserva”. Para él sería necesario incluir a todos los que están ubicados fuera del propio sistema, sean zonas o países enteros. Estar explotados es una forma de existir. Su negación, su ubicación fuera del sistema, también es explotación. Zizek considera que el capitalismo introduce una división de clase novedosa y radical: una división planetaria que separa a los que están protegidos y los que quedan fuera de la protección. El conflicto pues seguiría siendo de clases sin embargo para Zizek es necesario ampliar el concepto para que incluya a todos los explotados. En este conjunto se debería incluir a los que ni siquiera tienen la opción de ser explotados.

Zizek no acepta el chantaje de la izquierda tradicional  que dice que es la única manera de parar a la derecha. Niega a esa derecha y de esa negación no surge más derecha y si una izquierda más izquierdista que la izquierda oficial.

Plantea que solo desde el comunismo, paradojas de la situación, se pueden entender las causas del resultado negativo de la globalización. Plantea también una iconoclasta idea de que el sistema financiero debe reformularse y habla de una suerte de “socialización de los bancos”. Y aún hay una nueva propuesta, relativa ésta a la aparentemente izquierdista idea de la RENTA BASICA, que, de nuevo una paradoja respecto a la clásica propuesta de la izquierda de mecanismo de pago para disminuir el sufrimiento del paro, es valorada como una aceptación de que la productividad deriva de una inteligencia colectiva y es por ello que se genera riqueza.

Zizek valora que hay una tendencia al declive respecto a la democracia impulsada a su vez por el fin del elemento de contención que venia representado por el denominado bloque comunista. Su desaparición significó la erosión del estado del bienestar. En la UE somos testigos del hecho.

Sigue incluyendo ideas en su análisis respecto al creciente endeudamiento de los países y de las personas. Ve al endeudamiento actual como un mecanismo de control, de dominación. No se espera que se devuelva porque su existencia es precisamente la fuente de poder de los que lo gestionan.

Zizek,  preocupado por el divorcio entre democracia y capitalismo, entra a analizar las diferentes protestas que han ido surgiendo en diferentes zonas del planeta. Considera que todas las protestas tienen un elemento común. Plantea que solo una democracia que vaya más allá de la política y profundice en la vida económica y social podrá superar el divorcio. Deja claro en su análisis que el socialismo de estado no es la solución al problema que genera el capitalismo en cuanto que en si mismo no deja de ser una sustitución de formas de dominación.

Con todos los elementos citados Zizek analiza las primaveras árabes, tanto de Egipto como Turquia, el fenómeno de los indignados o los enfrentamientos en las fronteras de Rusia, con Ucrania como elemento destacado. Ve en esos movimientos como un llamamiento a que alguien, “OTRO”, que sería visto como el que toma decisiones, actúe. Y no hay ese OTRO. Zizek solo ve posible cambiar las cosas con la propia actividad de cada ciudadano

El caso ucraniano le posibilita introducir la idea de que las pasiones étnicas y religiosas van en paralelo a un retroceso de los valores de la ilustración. Ve a esas pulsiones emocionales como ejemplo de que se avecina un Edad Oscura. Zizek muestra sorpresa por la enorme desvergüenza con la que han aparecido esas viejas pasiones.

En sus contínuas reflexiones sobre la izquierda hace una especial mención a Piketty. Acepta su visión de que la lógica interna del capitalista tiende a aumentar la desigualdad y con ello a un debilitamiento de la democracia.  Ambos coinciden en que las alternativas al capitalismo históricamente ensayadas no funcionaron y por ello concluyen que no hay alternativa. Solo un Poder Global para contener las derivas que lastran la democracia. Ese Poder debería permitir aprovechar las capacidades de generación de riqueza del capitalismo con una redistribución adecuada que mantuviera controlada la desigualdad y con ello salvaguardar la democracia. De nuevo ambos coinciden que dicho Poder es inimaginable en los límites del actual capitalismo global.

De esa visión pesimista respecto a una solución basada en ese Poder Global introduce la necesidad de ACTUAR, entendido esto como contrapuesto a la pseudo-actividad, que viene relacionada con la participación, mascara que oculta que finalmente nada ocurre. Zizek cree necesaria la actuación de las “multitudes autogestionadas” de las que ha de surgir el impulso revolucionario. Y todo ello considerando que nunca son perfectas las condiciones para actuar, que siempre se tratara de algo demasiado temprano  y sin embargo habría que empezar en alguna parte con una intervención concreta y siempre analizando las futuras complicaciones que pudieran surgir de esas acciones.

Considera necesario que un líder fuerte, lo denomina “Nuevo Amo”, es esencial. Su función es liberadora, debe superar el “¡DEBES!” y sustituirlo por un “¡Puedes!” y ese “puedes” se refiere a pensar más allá del capitalismo y de la democracia liberal como marco definitivo. Zizek analiza las experiencias revolucionarias y su componente de violencia. Establece una comparativa entre la violencia del SISTEMA que le permite su continuidad y la revolucionaria de los que buscan transformarlo. Aunque Zizek aclara que no debe irse más allá con la violencia, que lo importante es cambiar el marco. Zizek reubica el espacio conceptual relativo a la violencia al considerar que lo que es considerado como algo normal, casi natural, como es una crisis de naturaleza económica, que posee una importante capacidad de devastación, y sin embargo deberíamos considerarlo como un tipo de violencia.

  • Steven Levitskyy Daniel Diblatt: “Como mueren las democracias”

Los autores constatan en este ensayo el valor de la democracia estadounidense. Su sistema de equilibrios y separación de poderes forma un sistema de contrapesos que ha superado multitud de crisis. La Constitución de EEUU ha demostrado su solidez superando la Guerra de Secesión, la Gran Depresión… 

Levitsky y Ziblatt advierten en esta obra que la democracia se puede erosionar de forma paulatina, casi imperceptible. Consideran que las instituciones no bastan para frenar a autócratas electos. Cualquier sistema constitucional necesita que existan normas no escritas que actúen como complemento. Así ven en EE.UU. que entre partidos rivales exista  la TOLERANCIA MUTUA, la consideración de ADVERSARIOS LEGITIMOS y la CONTENCIÓN son claves para el sostenimiento del sistema democrático.

Valoran como muy importante que fuera necesario esperar a 1965 para que la democracia fuera plena cuando se reconocieron los derechos civiles de la población afroamericana. Los autores destacan la conversión de los Partidos estadounidense como partidos pensados para grupos identitarios determinados. Así, el Partido Republicano es el partido mayoritario de los ciudadanos blancos y el Partido Demócrata el de los grupos identitarios y minorías étnicas.

Levitsky y Ziblatt destacan que la igualdad el civismo y la libertad son las claves que garantizan la pervivencia de la democracia. Desde esta perspectiva, el control partidista de instituciones que deberían actuar de contrapesos, y la progresiva radicalización del discurso político en Europa Occidental y, específicamente entre nosotros, son señales que alertan sobre el debilitamiento de nuestra democracia.

  • T. Todorov:  “Los enemigos íntimos de la democracia”

¿Por qué hay malestar en la democracia? Todorov observa que hay malestar en nuestras sociedades democráticas. Sus tesis, un análisis profundo de los enemigos de la democracia, parte de la idea de que una vez derrotados los fascismo y el totalitarismo comunista, es imposible que resurja la amenaza totalitaria desde el exterior de las sociedades democráticas, pese a que la palabra libertad se haya convertido en el nombre comercial de partidos de corte nacionalista, xenófobos y de extrema derecha.

No ve el islamismo integrista como el NUEVO enemigo de las democracias sin embargo destaca que en nuestras sociedades las extremadas reacciones producidas ante los ataques islamistas han cambiado la sensibilidad ante hechos como la tortura, la destrucción masiva de poblaciones, la discriminación de minorías y la limitación de las libertades civiles. Ve precisamente que en el interior de las democracias sí que han aparecido enemigos muy difíciles de combatir ya que, en su condición defuerzas internas aparentemente reivindicativas de la democracia, parecen legitimas.

Para Todorov la democracia no se define solo por cómo se constituye el poder, sino también por cómo se ejerce. Así aunque lo esencial es el principio de soberanía popular también lo es el de respeto que el poder debe a la persona en su esfera individual. Aunque todo sistema es mejorable es precisamente el equilibro entre progreso, libertad y pueblo lo que hay que vigilar porque de cada uno de esos tres factores surgen los enemigos internos: populismo, ultraliberalismo y mesianismo.

El mesianismo, basado en que la razón humana puede transformar el mundo en una dirección de justicia. Hay una tendencia similar en elementos dispares como puede ser Napoleón, Saint Simon, Marx… en ofrecer al mundo libertad y justicia la quieran o no. Aunque los mesianismos totalitarios han sido superados observamos que nuestras democracias pretenden ahora imponer la democracia con bombas. Es el caso de la intervención de la OTAN en Kosovo que busca garantizar su independencia de Serbia.  La idea que prevalecía era que EE.UU. tenia el deber de injerir en otros países para el fin mayor de la democracia y LA LIBRE EMPRESA. Doctrina que inicialmente buscaba construir un orden internacional más justo y al final resultaba ser la imposición de la voluntad de EE.UU. al resto del mundo. Para Todorov la violencia de los medios inhabilita cualquier nobleza de los fines. El resultado final es un deterioro evidente de los postulados democráticos en cuanto que se pretende justificar el derecho a atacar otros países, a torturar y a detener sin proceso alguno.

El ultraliberalismo. Si el liberalismo es el movimiento que garantiza la libertad individual frente al poder del estado, principio básico de la Revolución Francesa, se puede observar que después del comunismo hubo un cambio sustancial a partir de las aportaciones de Von Mises, Hayek, Ayn Rand… que marcan una visión muy diferente que acabo en el ultraliberalismo, con la fase previa del neoliberalismo. Todorov ve como una muestra de su perversión en el resultado conseguido. Ahora los beneficios siguen siendo individuales pero los riesgos se socializan. Para Todorov, que considera al humanismo un elemento clave del pensamiento europeo, la igualdad y la fraternidad son tan importantes como la libertad. Las limitaciones que la ley introduce es lo que permite reflejar la voluntad del pueblo. Todorov ve límites a la libertad individual. El principio democrático exige limitar al poder, no solo al del Estado también al de los individuos si estos son tan poderosos que son una amenaza para la libertad de los demás.

Populismo. Si la soberanía popular es el principio básico de la democracia, también puede convertirse en amenaza cuando surge el discurso populista, entendiendo que éste actúa sobre la emoción del momento, sin apenas considerar presente y futuro. Todorov piensa que todo populismo tiene un eje alrededor del rechazo a la multiculturalidad, aunque ese fenómeno no sea exclusivo del populismo. Considera que se utiliza, ese debate sobre la multiculturalidad, al igual que el de la identidad nacional, como una forma de desviar el centro de atención sobre problemas reales difíciles de resolver. La necesidad humana de formar parte de un grupo hace que los europeos sientan su identidad tradicional en peligro ante el avance de la globalización y del individualismo. El rechazo a los inmigrantes y la xenofobia son los elementos centrales del populismo.

  • Marlene Wind: “La tribalización de Europa”

Wind considera que las tendencias actuales más relevantes son el antiglobalismo y la política identitaria. Eso es visible en seis países europeos que se apartan de la democracia liberal y adoptan planteamientos populistas. La autora opina que en el populismo la regla de la mayoría se aplica sin restricciones en medio de un debate de “fake news” y un fundamentalismo cultural. La consecuencia de esas tendencias es la crisis y cuestionamiento del proyecto europeo, pese a haber sido el más innovador y exitoso que se ha desarrollado en el continente. 

Las cuestiones identitarias son el origen de la decadencia de la democracia y la crisis de la UE. Wind considera que la consideración de las comunidades identitarias como fenómenos naturales es en si mismo una falacia en cuanto las comunidades han sido siempre cosas imaginarias, inventadas. Las políticas de identidad, religiosas o nacionales situan sus bases y fundamentos más allá del análisis racional y por ello fuera del debate político. Todo ello agravado por la eficacia del poder al utilizar la ingeniería social para crear y construir comunidades identitarias.

Wind analiza el Procés en Cataluña, el referéndum de secesión de Escocia y el Brexit y concluye que existen fuertes similitudes y que se basan en una exacerbación de las diferencias. El nosotros contra los otros, pretendiendo resolverlo todo con un sí o no binario a unas preguntas mal formuladas.

La señal de un desencanto con la democracia se puede medir en la disminución de la participación electoral. El hecho de que The Economist refleje en su publicación la disminución de la calidad democrática en una mayoría de países, seis de Europa, es una muestra del problema.  El hecho de que se sume a nivel planetario la agresividad del gabinete Trump y las políticas de China y Rusia se puede inferir que no se avanza hacia una mayor interrelación y si hacia una globalización que acentúa las contradicciones, la desigualdad y el conflicto.

Wind recuerda que en democracia lo esencial, no solo es el voto, y que no es posible olvidar los mecanismos que protejan a las minorías y que aseguren el imperio de la ley. Los jueces son los guardianes de la libertad y constituyen un mecanismo contramayoritario porque limita la imposición de la mayoría a la minoría sin limitaciones. Ese control judicial, llevado constitucionalmente a la actividad parlamentaria, es el que está en riesgo en casos como Hungría y  Polonia.

  • Joseph Stiglitz: “El malestar en la globalización”

Stiglitz considera que la Globalización no funciona. No ha funcionado para muchos de los pobres, no ha funcionado para el Medio Ambiente y tampoco para la estabilidad económica.

El autor ve necesario conciliar el mercado con el papel regulador del Estado y la redefinición de instituciones como el FMI, el Banco Mundial y la OMC. Considera que independientemente del estado de desarrollo político y económico de los países, son los gobiernos los que marcan las diferencias. Su propio resumen: el cambio fundamental requerido para que la globalización funcione como debería, ha de producirse en la gobernanza. Esta tesis supondría la renuncia del derecho de veto de USA en el FMI y que los derechos de voto en las instituciones citadas se distribuyan equitativamente. Stiglitz no pretende detener la globalización, que considera inevitable, y si el modo en que la gobernamos, en como la gestionamos.

Propuestas para reformar el Sistema Financiero Internacional que exigen superar el fundamentalismo del mercado:

  1. Reconocimiento de los peligros asociados a la excesiva liberalización de los mercados de capitales y especialmente de los movimientos de capitales a corto plazo.
  2. Reformar el sistema de moratoria y quiebras de los estados deudores.
  3. Evitar los grandes rescates.
  4. Homogenizar el control bancario internacional.
  5. Mejor gestión del riesgo.
  6. Mejorar las redes de protección social.
  7. La respuesta a la crisis no es una política de contracción del gasto sino, en general, una política expansiva.

Afirma el autor que de no solucionar los problemas la GLOBALIZACIÓN no fomentará el desarrollo y generará pobreza e inestabilidad, y la globalización será duramente contestada.

El libro, publicado en el 2002, fue revisado después de 2008 al constatar que la normas económicas globales surgidas en los países desarrollados perjudicaban gravemente a las clases medias y bajas, beneficiando a los intereses financieros y empresariales de esos países. Era una consecuencia de mercados más amplios y costes más bajos con el resultado de más beneficios. Es por ello que considera necesaria una legalidad internacional y organismos mundiales de regulación que proporciones reglas válidas y denuncien la mala gestión de la globalización que ha tenido elementos indeseables en el propio mercado. Stiglizt destaca que cinco empresas americanas dominan el mercado del sector digital en el mundo, excepto en China. En algunos ámbitos una sola empresa domina el mercado, es decir no hay un mercado eficiente precisamente por ser poco competitivo.

El consenso de Washington fue contestado, a raíz de la crisis de 2008, por el consenso de Estocolmo, de forma que la privatización, la desregulación, la liberalización y el control de la inflación debía ser substituido por el desarrollo inclusivo, limitar la desigualdad, facilitar el desarrollo medioambiental y conseguir un equilibrio entre la sociedad, el Estado y el mercado.

Aunque ha habido elementos positivos en la globalización como el que consiguiera el crecimiento económico más intenso y rápido de la historia, que el autor considera resultado de la aceptación del PRINCIPIO de LEGALIDAD, no se puede separar del enorme aumento de la desigualdad y la debilitación de muchas comunidades. De hecho ha concentrado la riqueza y aumentado la desigualdad a un ritmo superior al propio crecimiento económico. 

Una globalización regulada mediante un cambio en la gobernanza mundial hubiera hecho muy difícil la crisis del 2008 porque los excesos financieros de un mercado desregulado no se hubieran producido. Los elementos de control establecidos después de la Guerra Mundial, BM, FMI… no son suficientes. El G7 ha tenido que complementarse con el G20. En ese escenario Stiglitz plantea tres posibilidades:

1 continuar sin cambios y terminar con la conclusión que esa globalización no es sostenible.

2 volver al viejo proteccionismo, la aparente facilidad de volver a lo conocido

3 gestionar mejor las situaciones negativas y reescribir las reglas para hacerlas más justas.

Las clases medias y trabajadoras son los nuevos descontentos ante la globalización. Son estos sectores los que apoyan a Trump, Johnson, Bolsonaro… Su origen ha sido el mal funcionamiento del sistema y la desregulación de los mercados financieros. Es ese cortoplacismo que solo valora lo inmediato y no entra en los efectos indirectos o a largo plazo. También influye el aumento de opciones para la evasión fiscal, que ha convertido a Nevada, Londres, Irlanda…. en áreas que ofrecen oportunidades similares a las de un paraíso fiscal. Un tercer elemento es el modo como se regula la propiedad intelectual. Es cuestionable si esa propiedad debe mantenerse ese tiempo o ha de reconocerse una función social y pasarla a la comunidad científica con una protección de derechos al creador de la nueva tecnología.

El autor afirma que la gobernanza es la causa del mal funcionamiento de la globalización. La gran interdependencia entre los países no ha generado un gobierno mundial que garantice la justicia y la eficacia. Propone unas medidas para una globalización inclusiva:

  1. La globalización es un medio para elevar el nivel de vida de las personas de todo el mundo.
  2. Es necesario reglas de alcance mundial cuando hay externalidades transfronterizas.
  3. Solo a escala mundial se solucionan los problemas de seguridad, sanidad, medio ambiente…
  4. La gobernanza tiene que basarse en REPRESENTATIVIDAD, LEGITIMIDAD, TRANSPARENCIA  y RESPONSAILIDAD que fundamenten un PRINCIPIO de LEGALIDAD INTERNACIONAL.
  5. El fundamentalismo del mercado conduce a la desregulación y a la crisis. Este mercado necesita la regulación.
  6. Las economías grandes son distintas de las pequeñas.
  7. Las normas para los países en desarrollado no pueden ser iguales que para los desarrollados.
  8. Los cambio producen perdedores. Algunas personas necesitan ayuda para superar el choc.
  9. La globalización afecta a la sociedad y a su cultura, además de la economía, y hay que respetar las opciones a favor de la propia cultura.
  10. Es cuestionable que el mercado es siempre competitivo, como se observa con los gigantes que controlan sectores económicos.
  11. Todas estas propuestas exigen una gobernanza eficaz porque la economía y la política no son separables.

El siglo XXI puede ser el siglo de las ciudades y de una eficaz gobernanza municipal. La necesidad es evidente y las tendencias hacia ello son muy fuertes, sin embargo el futuro puede torcerse y volver al conflicto por causa de la desigualdad, del populismo o del nacionalismo.

3.- La ciudad como espacio de libertad.

El apartado anterior pretende fijar el marco del debate sobre la organización político-social y económica del mundo actual. Pretende ser una mirada al entorno, a los desafíos que afrontamos y a los instrumentos con los que podemos contar para construir soluciones aceptables.

Debemos ahora volver nuestra mirada a la ciudad y a la definición de condiciones que permitan mantener su carácter de ESPACIO PARA LA LIBERTAD. Para ello nos apoyaremos en la obra de R. Sennet “Construir y habitar. Ética para la ciudad”.

Pretendemos tratar a este autor desde una óptica que mezcla el propio hecho civilizatorio de lo que es una metrópoli, constructor humano por excelencia, con las consecuencias respecto a lo que es esta desafección por la democracia que hemos visto plasmada en el apartado precedente. Es decir Sennet realiza una valoración de lo que la ciudad implica respecto a los postulados y valores democráticos.

La obra de Sennet plantea la distinción entre la CIUDAD entendida como realidad física (Ville) y como la suma de percepciones, comportamientos y creencias de sus habitantes (Cité).  Esta dicotomía fuerza la pregunta principal que el autor plantea en las páginas de su libro: ¿Quién hace a quién?. En diferentes puntos trata de plantear respuestas.

En un mundo que concentra aceleradamente su población en ciudades y que ve crecer exponencialmente el tamaño y la densidad de esas ciudades, la pregunta clave es si el hombre hace la ciudad a la medida de sus necesidades y sus deseos o la ciudad (el espacio urbanizado) modula la conciencia y la conducta del hombre. ¿Qué mueve al planificador urbanístico? O, por ir más allá ¿qué debería moverlo?.

Sennet en “Construir y habitar” trata a los grandes innovadores urbanísticos, con acento especial en Cerda y en Haussmann. Dos ejemplos de ver cómo la ciudad puede afectar a las conductas humanas.  Si se modificaba la estructura podrían derivar en prácticas de salud más racionales, algo que se ha demostrado cierto.

La ciudad que Cerdá diseño, pretendía hacer de la cuadricula un espacio de sociabilidad y de igualdad y Sennet no lo valora positivamente en cuanto que lo ve como un monocultivo urbano y con esa uniformidad puede enfermar. Sennet  ve a la ciudad como un espacio de libertad, que renació con esa función en el Medioevo y por ello debe ser ABIERTA y eso es porque es PLURAL, sin embargo concluye que para ser abierta deber ser multiforme, por agregación de espacios heterogéneos.

Sennet, partidario de “abrir la ciudad”, teoriza sobre la clave de bóveda del diseño urbano: la creación de lugares con carácter particular. Esta idea es la que motiva el rechazo a la uniformidad intercambiable en las ciudades. Por ello en su crítica al modelo de cuadricula de Cerda plantea la solución de una “supermanzana” que elimine, reduzca, el trafico y lo canalice por sus perímetros. Esas “superislas” permitiría nuevas zonas verdes y ofrecieria espacios al ciudadano.

La ciudad es un ESPACIO de LIBERTAD.

Esta idea de la ciudad como espacio de libertad, apoyándose en teóricos como Weber, defiende una concepción en la que derechos y poderes tienen una base local, que se acerca a la ciudad-estado, una idea que no se consolido. Los urbanistas se centraron en la indiferencia e insolidaridad como característica de la ciudad actual. Los ciudadanos son ajenos entre si y con el medio. Sennet considera que esta tendencia, cristalizada en 1933, reafirmaba las distancias entre “ville y cite”.

El autor analiza la obra de Jane Jacobs (Muerte y vida de las grandes ciudades) y su convicción sobre el carácter básico del BARRIO y la puerta que representa para desarrollar la democracia directa. La ciudad no puede planificarse de forma que prescriba como deben vivir, trabajar, circular y divertirse sus habitantes. Su consecuencia es una ciudad que no está viva. Estudia la contraposición que observa entre el pensamiento de Jacobs y el de Lewis Mumford creador del concepto “ciudad sostenible”.

Munford valora que hay problemas y desafíos que no pueden solucionarse desde ópticas y enfoques centrados en actuaciones de comunidades pequeñas. Solo la Ville puede afrontar los desafíos ecológicos o tecnológicos. Sennet, consciente de la creciente tecnificación de la ciudad , considera que puede dar lugar a ciudades inteligentes prescriptivas o, alternativamente, integradoras. La primera impone criterios y modos de conducta y la segunda, que valora como preferible, genera procesos departicipación interactiva.

¿Cuál es el camino del urbanismo contemporáneo?. El autor afirma que en la ciudad el urbanita se ha vuelto “indiferente a la indiferencia”. La sociología descubrió hace ya un largo tiempo que la ciudad nos hace “indiferentes” hacia los demás. No hay comunidad urbana, hay “identidades” parciales que no conducen a la fraternidad. Sennett sostiene que una ciudad inteligente cooperativa es más abierta que la ciudad inteligente prescriptiva aunque no ayude a despertar “simpatía por los demás”. 

Parece inevitable referir su pensamiento a nuestro espacio y nuestro tiempo, a esta Barcelona que debe afrontar retos inevitables como el cambio climático y la transición energética o la revolución del transporte colectivo y privado; pero que afronta además otros desafíos derivados de un déficit de gobernanza. Un déficit que se manifiesta por la excesiva voluntad de prohibir, reprimir, ordenar y conducir la ciudad sin mirar el futuro. Nuestros gestores no actúan con “modestia” como Sennett recomienda, imponen patrones de conducta como si fueran los señores feudales de su tiempo.

Cerdá pensó su modelo de Barcelona intuyendo el crecimiento urbano y el desarrollo del automóvil. Necesitamos gobernantes que sepan preparar Barcelona para la movilidad del futuro, que la vean como una metrópolis policéntrica e interconectada y, sobre todo, que no la frenen en nombre del progreso.

Es necesario volver a recordar la dinámica existente en el universo de las ciudades globales. Entre estas ciudades existe una conexión física muy fuerte, con las consecuencias de tener necesidades que pueden llegar a ser similares y que como corolario están cada vez más separadas de los Estados a los  que pertenecen.

4.- Conclusiones

Existe un conjunto coincidente de conclusiones por parte de los autores citados, un nexo que los une. En todos ellos se aprecia el contraste en el sentimiento producido por el hundimiento del Muro de Berlín y el bloque que lo sustentaba, traducido en el libro EL FIN DE LA HISTORIA de Francis Fukuyama, en el que la DEMOCRACIA, el libre MERCADO, el LIBERALISMO triunfaban, respecto a lo que es constatable ahora, la DEMOCRACIA no funciona.

Estos autores lo explican por efectos de la GLOBALIZACIÓN, porque esta globalización ha producido un crecimiento de la desigualdad. La población desconfía de la democracia porque le ha defraudado. Y eso significa una baja participación electoral y un desinterés por la política.

Destacan que la política actual se traduce en un auge de los movimientos IDENTITARIOS: feminismo, LGTBI, grupos étnicos minoritarios… No son considerados como alternativa global aunque, tienen una capacidad de socavar al sistema democrático. Sus consecuencias son:

1) se hace política respecto a esos grupos identitarios, ya sean mujeres, hispanos, homosexuales, africanos

2) la identidad de ser entre grupos sociales a serlo entre territorios, algo que explica el auge de los nacionalismos.

Ese mundo de las identidades grupales y territoriales amenaza con destruir el concepto de “ciudadano” surgido de la Revolución Francesa, heredera a su vez de la Ilustración.

Desde determinados intelectuales de izquierda, como Félix Ovejero (“La deriva reaccionaria de la izquierda”), se considera que el 68 se produjo un cambio de paradigma en la izquierda, situando el centro de gravedad de su discurso en la diferencia en lugar de la igualdad. La libertad, igualdad y fraternidad del ideal ilustrado pasa a otros rasgos que sería lo que permitiría al individuo integrarse: religión, orientación sexual, genero… La diferencia es lo que se subraya, la igualdad deja de ser un objetivo. Posición coincidente con el sociólogo R.Ingleart, que considera que se ha pasado del materialismo de los 60 y 70, con una preocupación por el bienestar material, a un post-materialismo, respecto a minorías, medio ambiente, que en nuestros días se convirtieron en valores autoexpresivos. En conclusión: resuelto lo material el debate pasa a ser sobre la identidad. La situación general es sorprendente porque ese nuevo rol de la izquierda actual le acerca a posiciones que fueron propias de la reacción frente a la Revolución Francesa y a su Declaración Universal de Derechos. 

Posiciones ideológicas imposibles de contactar. La izquierda pasa a empatizar con la identidad nacionalista, en lugar de buscar la ciudadanía universal, y religiosa, en lugar de buscar el laicismo. Es la sustitución del ideal ilustrado por el romántico, que acepta la política fundada en sentimientos.

Podemos destacar en el libro de Levitsky y Ziblatt que es fácil apreciar que, pese a las diferencias estructurales y coyunturales con el modelo que ellos estudiaron, EE.UU., es posible ver paralelismos con lo que sucede en la UE e incluso afinar la lupa e introducir la situación política de Cataluña y del resto de España. Es fácil observar cómo se está eliminando ese substrato básico no recogido en el marco normativo de las leyes que permite que una democracia sea estable, la “TOLERANCIA MUTUA” entre los agentes políticos e incluso entre los ciudadanos de ideas diferentes. No hay ya “contención”, ni entre los electos ni entre el resto de ciudadanos.

La crisis económica es uno de los factores que influye, con la disminución salarial la inseguridad laboral y el aumento de la desigualdad, con el corolario de resentimiento  y la subsiguiente polarización. Cuando la estabilidad económica de la población es substituida por la inseguridad es cuando se abre la puerta a los enemigos internos de la Democracia.

Es en esa deriva en la que la CIUDAD GLOBAL tiene un nuevo rol a reivindicar. Un rol que evite esa fuga a posición de división de la población en cientos de grupos de base identitaria, que tiene entre otras consecuencias, la de dificultar las estrategias de conexión.

La Metrópoli, el espacio donde trabajan y viven los ciudadanos, que pueden ser en diferentes entes municipales pero a su vez integrados en la realidad Metropolitana, es el lugar con el que todos se sienten identificados, porque su capacidad de creación de riqueza es suficientemente intensa como para eliminar la diferencia basada en la identidad étnica, de género, de religión, etc…

La Metrópoli puede significar el ámbito DEMOS y  LIMES que permita alcanzar una mayor calidad democrática, que acerque a representantes y representados.

Es desde la Metrópoli Global desde donde aún es posible lanzar nuevas propuestas de gobernabilidad que permitan superar las actuales derivas identitarias que están lastrando la democracia y comprometen nuestro futuro.

III.- La Barcelona Metropolitana

1.- Qué es hoy la Barcelona Metropolitana.

¿Qué sabemos de ella? ¿En que nos afecta? ¿Nos beneficia?

Esta entidad está mucho más cerca de nosotros y de nuestro día a día de lo somos conscientes,  además nos beneficia y aún lo podría hacer mucho más.

Para situarnos decir que el Área Metropolitana de Barcelona abarca 36 municipios, 636 km2, 3,2 millones de habitantes y supone más del 50% del PIB de Cataluña, además de gestionar el tercer presupuesto púbico de Cataluña, después de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona, y ser uno de los mayores inversores en obra pública. Se trata de un continuo urbano con muy pocos ejemplos en el sur de Europa, una de sus principales áreas urbanas y uno de los grandes motores económicos del sur del continente.

Los municipios que la integran tienen muchas vinculaciones entre sí pero no constituyen un territorio homogéneo ni social, ni económica, ni cultural, ni políticamente, sino más bien diverso. Sin embargo, en su conjunto, cuenta con los elementos para jugar en la liga de las grandes ciudades, donde debe estar, dependiendo su limitación en su propia ambición, es decir, allá donde sus ciudadanos la quieran situar. Se trata por tanto de un territorio diverso, lleno de desigualdades pero con un enorme potencial, que requiere de políticas coordinadas  para poder competir en pie de igualdad con otras grandes concentraciones urbanas que ya han apostado por dar ese salto. 

Para ello requiere de una personalidad política y de la construcción de una verdadera identidad común complementaria de las identidades locales, que es mucho más necesaria de lo que queremos reconocer, constituyendo la entidad del AMB tan sólo el preludio de lo que debe o puede llegar a ser. La idea debe consistir en integrar en lugar de excluir y en colaborar en lugar de competir.

2.- El marco legal.

La creación del Área Metropolitana de Barcelona, mediante la Ley 31/2010, de 3 de agosto del Parlament de Catalunya, no supone más que la continuación o mejor dicho, recuperación, de un ente histórico que ya había empezado a andar y a desarrollarse, pero que fue anulado por motivaciones políticas temerosas de que les quitara competencias. Su antecesor fue la Corporación Metropolitana de Barcelona creada en 1974 y que permitió la elaboración del Plan General Metropolitano en 1976 y el Plan de Saneamiento Metropolitano. 

Así pues supone la restitución de una entidad que ya había existido y que ha venido para quedarse, ya que hoy en día las grandes ciudades no pueden entenderse ni gestionarse sino desde su globalidad, ya que el resto de municipios no sólo no son ajenos a lo que sucede en la gran ciudad, sino que deben también ser protagonistas y beneficiarse de una gestión metropolitana común. Se trata, como dice el preámbulo de la Ley 31/2010, de asegurar el derecho y la capacidad efectiva de los municipios para gestionar los asuntos públicos que afectan a sus ciudadanos.

El art. 93 del Estatut de Catalunya ya indica que “los entes supramunicipales se fundamentan en la voluntad de colaboración y asociación de municipios y en el reconocimiento de las áreas metropolitanas”. Y la ley surge precisamente para regular y desarrollar esta colaboración entre municipios, con la voluntad de mejorar la eficiencia de las administraciones actuantes en el territorio metropolitano. La base para la creación de un área metropolitana radica en las vinculaciones económicas y sociales entre municipios que hacen necesario una planificación conjunta y una coordinación de servicios y obras. Es decir, tienen su fundamento más en un objetivo funcional de efectividad que no en la realidad administrativa existente. Es por este motivo por el cual su eficacia, eficiencia, descentralización y proximidad al ciudadano debe guiar su razón de ser.

No obstante, el AMB no tiene un auténtico gobierno metropolitano, carece de competencias exclusivas, sufre la falta de una financiación independiente y adolece de una débil legitimación democrática, al no ser una administración de elección directa. Si bien estos aspectos ponen de manifiesto sus debilidades, sus atribuciones demuestran que nos afectan positivamente en nuestro día a día y no nos son en absoluto ajenas, motivo por el cual es necesario analizar esta entidad para poner de manifiesto sus fortalezas, pero también sus debilidades y ver de qué forma superarlas para que realmente aporte beneficios y no constituya un ente más al que sustentar.

3.- Estructura y contenido de la ley

La Ley 31/2010 que crea el AMB contiene 48 artículos que se estructuran en un título preliminar, seguido de 6 títulos, 11 disposiciones adicionales, 5 transitorias y 2 finales. No se trata por tanto de una ley extensa, es poco ambiciosa, pero no deja de constituir la recuperación de la entidad metropolitana y por tanto el germen de todo lo que puede llegar a ser.

Su objeto es su creación y regular su organización, sus competencias y su financiación. Es un ente local supramunicipal de carácter territorial con personalidad jurídica propia, formado por municipios del área metropolitana a los que se pueden añadir todos aquellos que así lo deseen, que tengan continuidad territorial con el resto y por ley del Parlamento de Cataluña, lo cual deja en manos de otra administración su posible ampliación.

El Título I regula su organización que está formada por los siguientes órganos:

  • Consejo Metropolitano: constituido por todos los alcaldes y concejales de los ayuntamientos de los municipios miembros, en función de un número proporcional según el número de habitantes, excepto en el caso de Barcelona que cuenta con 25 miembros.
  • Consejo de Alcaldes: su existencia no es obligatoria sino que se puede crear para presentar propuestas de actuación al Consejo Metropolitano.
  • Comisiones del Consejo Metropolitano: para elaborar informes previos o estudiar cuestiones específicas de asuntos para ser aprobados por el Consejo Metropolitano.
  • Presidente/a y vicepresidentes: es elegido entre los alcaldes del Consejo Metropolitano, que a su vez está compuesto por una mayoría de miembros del ayuntamiento de Barcelona, por lo que en la práctica, aunque la ley no lo dice expresamente, siempre es el alcalde/sa de Barcelona.
  • Comisión Especial de Cuentas: para examinar y estudiar las cuentas y el presupuesto de la entidad, pero cuyas competencias no obstan al Tribunal de Cuentas ni a la Sindicatura.

El Título II se limita a enumerar las grandes competencias metropolitanas, sin detallar demasiado cómo se ejercen, por lo que aquí parece que la ley misma se presenta como una propuesta de posibilidades que se pueden desplegar, sin constituir una lista cerrada y permitiendo que sean las propias necesidades de ejecución de estas atribuciones las que decidan su regulación específica.

Las actuales competencias que otorga la ley son limitadas pero muy destacables y actuales. Se articulan en torno a las siguientes grandes áreas:

  • Territorio, urbanismo y vivienda.
  • Transporte y movilidad.
  • Infraestructuras, servicios hidráulicos y tratamiento de residuos.
  • Política ambiental y de energías renovables.
  • Desarrollo económico y social.
  • Cohesión social y territorial.

La ley no las desarrolla detalladamente ni establece ningún procedimiento específico para el despliegue de las mismas, si bien se trata de áreas de vital importancia para crear una identidad metropolitana y para permitir poner en práctica la solidaridad intermunicipal.

El Título III es el que regula la gran competencia protagonista de la ley: ordenación del territorio, urbanismo y vivienda, dedicándole todo el título. 

El territorio es el espacio donde se articulan toda una serie de relaciones funcionales, de concurrencia urbanística, de servicios y de suministros comunes. Por ello, el AMB debería ser una herramienta efectiva al servicio de la eficiencia en la gestión y el bienestar de los ciudadanos que la integran.

El urbanismo supone quizás el mejor ejemplo que da vida al ente metropolitano. El suelo susceptible de nuevos desarrollos es escaso y el crecimiento debe analizarse desde el conjunto del área metropolitana, idea con la que se creó el vigente Plan General Metropolitano de 1976. No tiene sentido hacerlo municipio a municipio. La ciudad de Barcelona carece de suelo urbanizable, si bien la demanda de viviendas, servicios, oficinas, hoteles,… no para de aumentar. Ello implica enfocar la transformación urbanística conjuntamente teniendo en cuenta a su vez las necesidades de transporte, movilidad e infraestructuras de forma que se unan y beneficien a todos los municipios metropolitanos.

La necesidad de vivienda asequible constituye sin duda uno de los problemas actuales más relevantes, no sólo en la ciudad de Barcelona sino prácticamente en todos los municipios, y su implantación requiere a su vez de la dotación de otros servicios como el transporte y  determinados equipamientos. Ello implica necesariamente una planificación y una gestión integral del conjunto con políticas comunes. Para que la política de vivienda social sea eficaz y efectiva, se debe tener en cuenta a todos los municipios, ya que algunos tienen disponibilidad de suelo y otros carecen del mismo, y los recursos de que disponen cada uno de los municipios no siempre coinciden con los que más los necesitan.

A continuación se establece el procedimiento de elaboración de los distintos planes:

– Plan Director Urbanístico (PDU): debe establecer los elementos estructurantes de la ordenación urbanística, en base a un desarrollo sostenible. Se trata por tanto del documento marco que definirá la estrategia metropolitana a nivel de territorio, para que después los distintos planes se desarrollen en base a éste y a unas directrices y objetivos comunes. Además de definir su contenido, la ley establece su proceso de aprobación que, en última instancia, es decir, la aprobación definitiva, depende de la Generalitat de Cataluña.

El vigente Plan General Metropolitano que data de 1976, está claramente superado y todavía está pendiente su revisión y actualización por encargo de la ley de creación de la AMB. El incipiente PDU es el primer hito en el que se está trabajando y que debe aspirar a ser mucho más que un plan urbanístico para tener en cuenta la realidad metropolitana en su conjunto en aspectos no sólo urbanísticos y arquitectónicos, sino también demográficos, económicos, sociales, medioambientales, de vivienda,… es decir, constituir la base sobre la cual articular y aglutinar las necesidades de los ciudadanos en su conjunto y la forma en la que ofrecerles soluciones. Debe plantear soluciones urbanísticas a los retos metropolitanos como las políticas de vivienda, de suelo o de actividad económica que deberán ser concretadas en los planes urbanísticos específicos. A partir del mismo deberá desarrollarse todo el planeamiento urbanístico, tanto general como derivado, por mandato de la ley. 

La aprobación inicial del PDU está prevista para diciembre de este año y a partir de ahí se inicia todo el proceso de aprobaciones y participación ciudadana que debe culminar con la aprobación definitiva por parte de la Generalitat de Catalunya. Cabe preguntarse si tiene sentido que un documento que establece las necesidades de  los municipios del Área Metropolitana y la forma de darles solución tenga que ser aprobado por la Generalitat.

A su vez se relaciona con el Plan Metropolitano de Movilidad Urbana, ya en tramitación, cuestión de vital importancia en la elaboración de propuestas urbanísticas cohesionadas y coherentes entre sí y entre todos los municipios, pues no puede hablarse de una red de ciudades sin un transporte que las una. Este plan de movilidad propone medidas que implican necesariamente la colaboración entre los distintos ayuntamientos y otras administraciones con competencias en la materia, que a su vez son las que aportan la mayor parte del presupuesto, lo cual condicionará su implementación.

A partir del análisis global de la realidad metropolitana que haga el PDU se podrá elaborar el nuevo Plan General de Ordenación Urbanística Metropolitano que concretará los aspectos urbanísticos, basados en el conocimiento de las necesidades ciudadanas.

  • Plan de Ordenación Urbanística Metropolitano (POUM): instrumento plurimunicipal que despliega las determinaciones del PDU a nivel de detalle de cada municipio. Se llevará a cabo mediante la actualización del vigente PGM de 1976 y otros instrumentos de planeamiento general. Su tramitación y aprobación depende de la propia AMB, de los municipios afectados en cada caso y de la Comisión de Urbanismo del AMB.
  • Programas de Actuación Urbanística Municipal (PAUM): que elaboran los municipios según sus propias políticas de suelo y vivienda, en base a la ley de urbanismo y en coherencia con los planes territoriales y directores superiores. Su aprobación depende por tanto de los propios municipios, salvo que tengan incidencias plurimunicipales en cuyo caso pasarán por la AMB y su Comisión de Urbanismo.

Comisión de Urbanismo. Si bien la ley lo presenta como si se tratara de algún instrumento más, en realidad se trata de un organismo propiamente dicho que se hubiera podido regular en el título I.  Es un órgano que depende de la Generalitat de Catalunya, en quien recae la presidencia de la misma, y su vicepresidencia en el presidente/a de la AMB. Cuenta con 10 vocales nombrados por la Generalitat y 10 nombrados por el presidente/a de a AMB, además de un representante de la Administración del Estado, con voz pero sin voto. Tiene competencias en la aprobación definitiva del planeamiento general (POUM), programas municipales y planeamiento derivado (planes parciales y planes de mejora urbana) en determinados supuestos, entre otras. A su vez la ley le otorga criterios subjetivos para modificar planes aprobados provisionalmente por la AMB.

El Título IV trata de las relaciones entre los municipios y el AMB, basados en la forma de participación de los primeros en la entidad.

El Título V regula la forma de financiación de la AMB, que se sustenta en la asignación procedente de determinados tributos, tasas, precios públicos, cuotas urbanísticas, subvenciones, etc. y aportaciones de los propios municipios que la integran. Es decir, la AMB carece de autonomía presupuestaria, tiene un elevado nivel de dependencia respecto de las transferencias de otras administraciones públicas.

El Título VI establece que las personas que trabajan en el AMB, son funcionarios de carrera, personal interino, laboral y eventual, dentro del régimen de la legislación catalana de la función pública y la legislación estatal de régimen local para la secretaria, intervención y tesorería.

No obstante es de destacar que el personal directivo es nombrado por el Consejo Metropolitano, por lo que, como hemos ya tratado, dependerá de los alcaldes y regidores de los municipios.

De las disposiciones de la ley, destacar la adicional 9ª relativa a la Constitución de la Comisión de Urbanismo del AMB:

Se constituye en el momento de la entrada en vigor del PDU, es decir, todavía no existe y por lo tanto hay que ir a la Disposición Transitoria 1ª que indica que hasta entonces, las competencias que le asigna la ley serán ejercidas por las correspondientes Comisiones Territoriales de Urbanismo o por quien designe la Generalitat de Catalunya, a excepción de la Subcomisión de Urbanismo de Barcelona que las tiene atribuidas con anterioridad en virtud de la Carta de Barcelona de la Ley 22/1998.

Destacar también la Disposición Final 1ª sobre la creación de la Comisión Territorial de Urbanismo del ámbito metropolitano de Barcelona, que la ley obliga al gobierno a crearla en 6 meses desde su entrada en vigor, y que asume las competencias correspondientes, excepto en el caso del municipio de Barcelona. Será presidida por la persona designada por la Generalitat e integrada por 10 vocales nombrados por la Generalitat, 10  por el presidente/a del AMB y un representante de la Administración del Estado, con voz pero sin voto.

3.- Consideraciones críticas.

Analizada la ley, podemos observar una ambición competencial que no se puede desplegar en la práctica al carecer de autonomía presupuestaria para llevarla a cabo y de poder político independiente, pues en última instancia quien ostenta este poder es la Generalitat de Catalunya y en menor medida el Ayuntamiento de Barcelona. A ello se suma las distintas visiones del hecho metropolitano que se pueden dar cuando gobiernan distintos partidos en ambas instituciones. De hecho ya vimos lo sucedido con su antecesora, la Corporación Metropolitana, y por tanto debemos evitar repetir la historia.

La ley es de 2010 y su primer mandato es la elaboración del PDU que, 9 años después, tan sólo está en fase de avance y pendiente de aprobación inicial a finales del 2019. Debemos plantearnos por tanto a qué se debe la tardanza en el despliegue de sus efectos. Esto ilustra un claro ejemplode las limitaciones que la ley se autoimpone.

Otro punto a subrayar es que, de todas sus competencias, tan sólo la de urbanismo es la que está más desarrollada en su articulado, aunque no aún en la realidad, y el resto, no menos importantes, deberán ser también objeto de un mayor desarrollo en función de las necesidades que la implantación de las mismas requiera.

Consideramos además que se trata de una ley poco exigente en tanto que es un sujeto pasivo receptor de competencias, no teniendo capacidad activa de proponer ejercer nuevas, siendo tan solo receptora de las atribuciones que esta ley, u otras y los propios municipios le quieran delegar. Son los municipios los que la deben implementar con la cesión de competencias que consideren para una mejor gestión y coordinación desde el ámbito metropolitano. Cualquier delegación de competencias lleva implícita una voluntad política de perder cierto poder y el partidismo político debería quedarse a un lado si el objetivo real es convertir a Barcelona y su área metropolitana en un actor global en el mundo de las grandes ciudades.

Por lo tanto, una de las formas de impulsar el AMB es dotándola de más competencias para que la hagan útil desde un punto de vista funcional. Mostrar su utilidad por la vía de los hechos y sobre todo desde un punto de vista social. Demostrar que sólo con sus políticas competenciales se puede dar respuesta a problemas comunes (vivienda, transporte, agua, energía,…) y conseguir una cohesión social entre los municipios que la componen. 

Durante la última campaña para las elecciones municipales, todos los alcaldables para el Ayuntamiento de Barcelona resaltaron la necesidad y la importancia de la Barcelona Metropolitana, erigiéndose como grandes impulsores de ella. Transcurridos ya unos cuantos meses no se ha vuelto a mencionar nada al respecto. De ello se deduce que la idea vende, queda bien, pero a la hora de ponerla en práctica falta voluntad política para delegar poder a un ente superior.

La forma de elección del Presidente/a de la entidad y las amplias funciones y discrecionalidad que la ley le otorga, unida a la elección indirecta de los órganos de gobierno, hace en definitiva que la AMB se convierta en una institución muy personalista y dependiente de la voluntad política de su Presidente/a, que en la práctica ha sido siempre el alcalde/sa del Ayuntamiento de Barcelona.

Por lo tanto, entendemos que la institución necesita replantearse su sistema de gobernanza de forma que se mantuviera la presencia activa de todos los alcaldes metropolitanos, aumentando las competencias y el peso del Consejo de Alcaldes; pero introduciendo procedimientos de elección directa de todos o parte de los miembros del Consejo Metropolitano de forma que aumente la legitimación democrática del AMB.

Otra alternativa estudiada por cuantos se interesan por la gobernanza metropolitana es plantear la elección directa de su Presidente/a, dotando a esta presidencia de una legitimación democrática más firme y de un mayor peso político. Para que ello funcionara, sería deseable que se tratara de un gestor independiente de los intereses políticos, pues de otro modo estaríamos creando una administración más, cuando el objetivo debe estar por encima de intereses partidistas. Si bien ello no es posible con la ley actual, siendo necesaria su modificación y aún conscientes de la dificultad política que  ello implica, no por ello debemos renunciar a tenerlo como un objetivo a medio plazo.

4.- Conclusión

El corsé político que engloba a la entidad limita su propia capacidad de acción. En definitiva, si queremos hablar de una verdadera metrópolis o ciudad global que asuma el protagonismo que se merece a nivel mundial y se convierta en un referente a futuro, debemos ser nosotros, sus ciudadanos, la sociedad civil, la que asuma este liderazgo y dé el empujón definitivo para el despegue de la Gran Barcelona.

La recuperación de la institución metropolitana y las muchas acciones que se están llevando a cabo desde la misma. Si bien se trata de un muy buen inicio, la ley que da vida al AMB es poco ambiciosa y demasiado dependiente de la iniciativa política. Debe aspirar a mucho más para situar a Barcelona en su conjunto entre las grandes metrópolis y ser foco de atención de iniciativas empresariales, científicas, medio ambientarles, tecnológicas,…pero de forma que todo ello revierta, sobre todo, en beneficio de sus ciudadanos.

V.- GOBERNAR LA BARCELONA METROPOLITANA

1.- El territorio de la Barcelona Real

Existe una Gran Barcelona, como existe el Grand Paris o el Great London. Lo experimentamos cada vez que salimos de compras en esa ciudad para ir a la Roca del Vallés, cada vez que nos bañamos en sus playas de Gavà o Sitges, que visitamos a unos amigos en El Maresme, o una cava en Vilafranca del Penedés, o que cogemos un avión en el Prat. Su existencia es un hecho indiscutible aun cuando no hayamos sido capaces todavía de delimitarla de forma precisa.

El intento más formal de definición se contiene en la Ley de 27-7-2010 y en su definición de las siete  Veguerías o Regiones en que se propone dividir Cataluña, al menos a efecto del Pla Territorial General de Catalunya (P.T.G.C). La Gran Barcelona se correspondería  aquí con la llamada Regió I y estaría formada por 164 municipios pertenecientes a siete comarcas: Alt Penedés, Baix Llobregat, Barcelonés, Garraf, Maresme, Vallès Occidental i Vallès Oriental.

Sin embargo, la división de Cataluña en veguerías/regiones es una idea que se superpone a una Realidad plural y cambiante. Pocos meses después de aprobarse esa delimitación territorial la Regio I se vio privada del AltPenedes y del Garraf que pasaron a constituir una área separada de actuación funcional que en 2017 se convertiría en una octava región de Cataluña. Todos estos cambios supusieron poco más que trazado de líneas en el mapa sin modificar la realidad institucional y menos aún la Realidad social o económica.

Cuáles son los límites de la Barcelona real depende de que visión se tenga sobre el asunto, como Mariona Tomás explica en su obra «Gobernar la Barcelona Real»: 

«De este debate, y en relación con los modelos de gobernanza metropolitana de Barcelona, lo que nos interesa destacar es la existencia de dos visiones del territorio metropolitano, sobretodo desde la perspectiva del planeamiento urbanístico y territorial. En efecto, en el debate sobre propuestas de la organización territorial en Cataluña ha existido una tensión entre una concepción más amplia del fenómeno metropolitano (correspondiente a la Regió I o la veguería metropolitana) y una visión más reducida (centrada en el primer criterio metropolitano).”

Lo cierto es que la Barcelona Gran ha tenido siempre una geografía variable en función de los servicios a prestar. Así, la autoridad del TransportMetropolità opera sobre las siete comarcas que inicialmente conformaban la Regió I junto con el Anoia, el Solsonès y la Selva.

Por otra parte, Aigües Ter Llobregat (ATLL) actúa también sobre la base de las siete comarcas adscritas a la Regió I o las que suma, como en el caso anterior del Anoia; pero también Bages, Berguedà y Osona pero no la Selva ni el Solsonès.

A una base territorial difusa, se suma cierta indefinición respecto a los servicios que deberían prestarse con una extensión territorial superior a la de la primera corona.

Quienes se han aproximado al estado de esta materia (M. Tomas, O. Nel.lo) concluyen que ciertas políticas de infraestructura, de impulso económico y sobre todo política redistributiva, solo tienen sentido cuando se definen y ejecutan en esta escala territorial.

Sin embargo, la opinión común es que en este ámbito territorial debe intensificarse la cooperación horizontal (entre municipios) y vertical (con otras administraciones) antes de pensar seriamente en una posible institucionalización. 

Téngase en cuenta, además, que las leyes de Ordenación Territorial de 1987 incluyen la Llei 6/1987 de 4 de abril, de l’Organització Comarcal de Catalunya otorgando a las comarcas funciones de coordinación y cooperación con los ayuntamientos que, en buena medida, coincidían con competencias de las Diputaciones Provinciales (Mariona Tomas “Gobernar la Barcelona Real” pág. 135).

La organización comarcal, así configurada, supuso también la «fragmentación institucional» del territorio metropolitano, según palabras de Jordi Borja, e introdujo una nueva entidad con la que era necesario establecer vínculos de coordinación.

Debemos aceptar que el territorio de la Barcelona Gran, tal como se define la Regió I o con la extensión que su geometría variable acabe fijando, no tiene un nivel de institucionalización propio. Su gobernanza es necesariamente federativa y se establece mediante mecanismos de cooperación sectorial o territorial (“Quinespolitiques per a quina metrópoli” punto 1.1.) sin que las propuestas contenidas en los trabajos consultados permitan avanzar significativamente más allá de las funciones de planificación. 

La Administración desconocida

La obra «Gobernar la Barcelona Real» (M. Tomas) contiene la referencia a una encuesta Realizada por la CMB en 1984. En aquel momento, tan solo 6 % de los entrevistados conocía la existencia de la CMB y solo 2 % sabía quién era su presidente (pág. 166). 

La misma autora, en su artículo contenido en «Papers 61″hace referencia a una nueva encuesta Realizada por el Grup de Recerca d’EstudisLocals de la Universidad de Barcelona entre 2013 y 2016. Su conclusión es que las personas participantes en los grupos no saben describir que es el AMB ni tampoco fijar su territorio. Sin embargo, el grado de «identificación» con el AMB es notable (7.4 en una calificación de 0 a 10). La autora enfatiza que se trata de una «identificación funcional» construida sobre la base de que se trata de una administración que funciona.

No es extraño, por tanto, que el trabajo «Quinespolitiques per a quina metropoli» insista en la necesidad de generar un conocimiento de los sistemas urbanos metropolitanos (punto 1.a) o se destaque que:

«No existe todavía -o existe de manera muy incipiente- un relato compartido que reconozca o refuerce el área metropolitana como el espacio político necesario para implementar determinadas políticas y proyectos de primer orden» (punto 2.1).

Para continuar insistiendo en que cualquier cambio institucional pasa por dar más a conocer y poner en valor la realidad metropolitana (punto 2.2 y en especial 2.2.a) y concretar en el Bloque B, destinado a propuestas de mejora de la gobernanza metropolitana, diversas propuestas de carácter sustancialmente informativo especialmente en el apartado B-04 «LEGITIMITAT DEMOCRATICA METROPOLITANA» en el que se pretende impulsar un plan de difusión del área territorial metropolitana y de la propia institución así como dar mayor visibilidad a las políticas metropolitanas incluyendo específicamente:

«También facilitar la movilidadpor todo el territorio para generar una base que ayude a construir el imaginario metropolitano y, por tanto, la demos metropolitana» (4.2).

También puede ayudar a ese desconocimiento la discordancia entre lo que la AMB dice y lo que realmente hace. En realidad, esta dicotomía viene de antiguo, pues la CMB dedicaba sus recursos a planificación urbanística, transporte público, aguas y saneamiento mientras reclamaba la necesidad de desarrollar políticas sociales y administrativas. (Gobernar la Barcelona Real pág. 77 sig.).

Hoy, la Reflexió Estratégica Metropolitana (REM) ha identificado «seis ejes paradigmáticos» para la construcción metropolitana:

– inclusión social

-desarrollo económico sostenible

-sostenibilidad ambiental

– movilidad eficiente

– territorio cohesionado

– capitalidad ygobernanza 

En nuestra opinión, estos ejes dibujan la administración metropolitana como quiere ser, e incluso como debiera ser; sin embargo no es un dibujo correcto de lo que realmente es en la actualidad. Así, dos trabajos de Maite Vilalta, profesora de la UB, publicados respectivamente en «Papers 61» (en colaboración con Paula Salinas UAB), y en el documento «Quinespolitiques per a quina metròpoli» muestran la siguiente situación:

«Así pues, lo primero que debemos saber es que tipo de área metropolitana tenemos ycual desearíamos tener. La principal disyuntiva es decidir si el Gobierno metropolitano, además de prestar los servicios típicos de transporte urbano, recogida de residuos y políticas medioambientales, tambiéndebería prestar servicios estrechamente ligados al estado del bienestar, que tienen un claro carácter redistributivo. Pues bien, analizandoel presupuesto de gasto del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) podemos afirmar que se encontraría más bienen el primer caso que en el segundo.” (Quines polítiques…).

Esta administración desconocida pero reconocida como eficaz, tiene una clara vocación de ampliar su área de actuación para cubrir, no solo los servicios y actuaciones que benefician a toda el área en su conjunto, sino también aquellas que implican una redistribución de recursos, los que generen externalidades o los que puedan presentar economías de escala. 

Luchar contra la desigualdad y la exclusión a escala metropolitana o impulsar medidas que mejoren la competitividad de Barcelona frente a otras ciudades globales, requiere modificaciones institucionales y una mejora de la gobernanza metropolitana.

Esas políticas únicamente pueden ser concebidas, planificadas y ejecutadas desde una administración institucionalizada y así, efectivamente, se intentó entre 1974-1987 a través de Corporación Metropolitana de Barcelona bajo el impulso de Pascual Maragall y así se está intentando ahora, a partir de 2010, tras la constitución de Área Metropolitana de Barcelona (AMB).

Recientemente Oriol Nel.lo contestaba a «Política &Prosa»:

«Seguramentesería necesaria mayor capacidad y agilidad de gestión. Recuperamos la Autoritat Metropolitana de Barcelona con la Ley y del 2010. Desde entonces han pasado nueve años y los avances son discretos, hay un consenso generalizadode que sería necesario un impulso de un gobierno metropolitano más fuerte» (núm. 6, abril 2019).

Este consenso generalizado sobre la necesidad de un gobierno metropolitano más fuerte capaz de desarrollar eficazmente políticas en un ámbito más extenso, se forja desde el absoluto respeto a la autonomía municipal y sin que suponga ninguna pretensión de fusión de los municipios que forman parte del AMB. 

En algún momento pasado, algunos prestigios urbanistas defendieron la conveniencia de fusionar los municipios en el entorno de Barcelona. Entendemos que ese planteamiento está superado y que viene a crear un nuevo problema y no a resolverlo.

La encuesta Realizada por el Grup de Recerca en EstudisLocals de la UB muestran que una mayoría de los consultados rechazan la idea de incorporar su municipio a Barcelona; sin embargo parece destacable que en las ciudades de más de 100.000 habitantes el 48,3 % sea favorable, un 39,1 % contrarios y un 12,6 % indecisos (Papers 61 pág 57).

También parece importante dejar constancia de que los consultados son partidarios de simplificar la administración de manera que rechazan crear nuevos cargos sin eliminar otros de forma paralela.

RETOS Y RESPUESTAS

La ReflexióEstratègica Metropolitana (REM) se plantea ejes para la acción futura a nivel metropolitano que requieren mayores competencias y más recursos económicos. Desde las palabras iníciales de Ada Colau el trabajo «Quinespolitiques….» plantea retos en relación con el territorio, las instituciones y las políticas manteniendo un cierto nivel de ambigüedad respecto al ámbito territorial a que se refiere.

En ocasiones habla desde la Barcelona Regió I y en otras, la mayoría, desde la AMB en tanto que la única Administración metropolitana institucionalizada.

Por expresarlo en términos gráficos, constatamos que el documento «Quines politiques…» en su mapa 01 refleja servicios metropolitanos prestados más allá del territorio de la Regió I, aunque ciertamente con una geografía variable. El mapa 02 se configura como la Regió I inicial, con el Garraf y el AltPenedes incluidos, siendo coincidente con el mapa 03; pero no con el 04 y 05 que al fijar las infraestructuras de servicios y ferroviarias, reflejan la interconexión de todo el territorio de Catalunya. Por último el mapa 06 analiza la desigualdad de rentas en el ámbito estricto del AMB.  Como hemos dicho anteriormente la geografía de la Barcelona Real es variable y así continuará. Valga como síntoma que ninguno de los mapas refleja la Regió I en su versión reducida de 2017. 

El siguiente problema planteado es la planificación urbana. En este punto partimos de que la competencia inicialmente atribuida a la CMB fue asumida por la Generalitat de Catalunya a partir de 1987 y más tarde devuelta a la AMB mediante la Llei de 2010.

La incertidumbre institucional ha provocado retrasos en materia de planificación estratégica y de coordinación entre las diversas administraciones implicadas. El Pla Director Urbanístic (PDU) difícilmente será efectivo sin una gobernanza metropolitana más fuerte.

Por otra parte, las competencias que la AMB aspira a desarrollar son concurrentes con las competencias del Estado y de la Generalitat, lo que obliga a desarrollar sistemas de relaciones multinivel y a establecer mecanismos de cooperación. 

Todo ello parece extraordinariamente difícil si concebimos el AMB como un organismo de gestión sin reconocer su condición de sujeto político. 

Resulta incuestionable que ejercicio de esas competencias requiere un replanteamiento del sistema de financiación del AMB.

Esta reforma debería garantizar suficiencia y la equidad horizontal; pero también exigiría posibilitar que el AMB desarrollara directamente políticas y proyectos metropolitanos en lugar de servir únicamente de canal de circulación de transferencias hacia los ayuntamientos. 

En este punto el Estudio «Quinespolitiques…» Deja abierta la siguiente cuestión:

«Legitimidad fiscal: en qué medida se puede ampliar el sistema fiscal y  tributario delAMB si la mayoría de población no conoce las instituciones y tiene una vinculación política o identitaria ? Es necesario establecer elecciones directas para ampliar el sistema fiscal?»(punto 2.3.b)

Fortalecer el poder político metropolitano no es desligable de la configuración de su sistema de representación. La representación indirecta genera distancia entre los representantes y los electores, dificulta el conocimiento la institución y supone un serio inconveniente a la hora de pasar balance de la gestión, en la medida en que los representantes deben actuar en el ámbito metropolitano, pero se someten a la reelección en el ámbito local. Por decirlo en palabras de Mariona Tomas: 

«La continuidad delos consejeros metropolitanos no depende de su rendimiento a escala metropolitana, sino municipal» (Papers 61 pág. 54).

Entrando a considerar el área de la política económica, los retos son la lucha contra  la desigualdad, el impulso de la economía circular y el impulso de la transición energética. También en este campo, incrementar la oferta de la vivienda social requiere una política de ámbito metropolitano que debe apoyarse en los instrumentos ya existentes como son el IMPSOL o el ConsorciMetropolità de l’Habitatge y HabitatgeMetropolis Barcelona; pero que no tendrá el potencial necesario sin una profunda reforma institucional y de su financiación.

El estudio “Quines politiques…” recoge, como instrumento de lucha contra la desigualdad, la creación de Barrios Metropolitanos, equivalentes a los setenta y tres Barrios de Barcelona, por entender que las necesidades y posibilidades se detectan mejor en este ámbito de actuación. 

Existe una importante discrepancia respecto del nivel de ejecución del “Pla del Barris” definido y ejecutado por el Ayuntamiento de Barcelona en la pasada legislatura. Existe, sin embargo, un amplio consenso respecto de la conveniencia de operar, a nivel metropolitano, sobre el mismo tipo de unidad territorial. En este sentido Francesc Magrinyà (Director del Área de Planificación Estratégica del AMB) opina que es necesario:

La elaboración de una metodología para el establecimiento de unos barrios metropolitanos y la elaboración de una metodología y aplicaciónpara la definición de unos indicadores sintéticos para los barrios metropolitanos..” (“Quinespolitiques…”pág 54)

Por último, resulta imprescindible hacer referencia a la proyección internacional de la Metropólis Barcelona. Hoy las grandes metrópolis generan el 80% del PIB global. En una economía basada en el conocimiento y en la innovación, el crecimiento se concentra en una red de ciudades globales que cubre el mundo (Xavi Casinos Politica& Prosa n° 6 pág. 64; Jordi Borja i Mireia Belil “Quinespolitiques..” pág. 39).

Esas ciudades compiten entre sí por atraer talentos por crear empresas y también por ser atractivas para la inversión, especialmente en sectores capaces de crear empleo de calidad como sucede en el sector TIC. Barcelona entró en la red de ciudades globales como resultado del esfuerzo de muchos, pero, de modo especial, bajo la dirección de Pascual Maragall como alcalde y de todos los que hicieron posible los JJOO de 1992. 

Sin embargo, permanecer en la cumbre y mantenerse como una ciudad atractiva para la inversión y el talento no es fácil y no podemos olvidar que muy recientemente el EMA ha encontrado su nueva sede en Ámsterdam y no en Barcelona. 

Impulsar la presencia internacional de Barcelona requiere una administración potente y eficaz. Como indica Mireia Belil y Jordi Borja, “la diplomacia de ciudadesestá en expansión” (“Quinespolitiques..”pág 39); pero las alianzas globales entre ciudades solo serán posibles y eficaces reforzando la democracia a nivel local y concretamente en el ámbito metropolitano.

UNA GOBERNANZA MÁS EFICAZ PARA UNA ADMINISTRACION MÁS PRÓXIMA E INCLUSIVA

El trabajo de Mariona Tomas “Gobernar la Barcelona Real” se publicó en 2017; pero sigue teniendo hoy plena actualidad. Es una obra centrada en las aportaciones de Pascual Maragall a la idea Metropolitana, primero en su condición de alcalde de Barcelona y más tarde como President de la Generalitat. La obra se cierra con una reflexión que consideramos conveniente transcribir:

 “No obstante, todavía estamos lejos de la visión del área metropolitana de Maragall como  espacio políticoy apropiado para la ciudadanía; una futura investigacióntendría que ser analizar si ésta se lleva a cabo o no, i por qué razones”.

Actualmente, resulta fácil ver que Maragall se anticipó a su tiempo y defendió un concepto de la Barcelona metropolitana que se topó con fuertes resistencias hoy ya superadas. A la espera de esta futura investigación que Mariona Tomás propone y que el documento “Quinespolitiques…” anuncia, B.D.F. quiere presentar su  modesta contribución al debate sobre la gobernanza que la Barcelona Metropolitana necesita.

Para los que pretendemos basarnos en principios de representatividad, legitimidad y responsabilidad que deben caracterizar a todo buen gobierno. Esto supone plantear sin duda, la necesidad de superar la elección indirecta del Consejo Metropolitano y asumir como propia la tendencia que se observa en toda Europa en favor de la elección directa de los órganos de Gobierno Metropolitanos, aunque al hacerlo respetemos plenamente los caracteres específicos de la Metrópolis Barcelona.

Por múltiples razones pensamos que, en el caso concreto de Barcelona, resulta más conveniente la instauración de un sistema mixto en el consejo Metropolitano y no la elección directa del Alcalde Metropolitano.

Para que el sistema sea eficaz, sería conveniente ampliar el número actual de noventa consejeros y pasar a cien, no solo porque ello representa la recuperación del Consell de Cent, tan profundamente asociado a los momentos de máxima expansión internacional de Barcelona, sino por razones estrictamente funcionales.

Una parte de estos consejeros deberían ser miembros natos incorporando directamente a los treinta y seis alcaldes de los municipios metropolitanos. Su presencia en el Área Metropolitana es ya un hecho en la configuración actual, y tiene pleno sentido desde la óptica del federalismo municipal que defendemos,  garantizarles la presencia en el máximo órgano de gobierno del AMB y potenciar las funciones que en la actualidad desempeña el Conselld’Alcaldes.

Los sesenta y cuatro consejeros metropolitanos restantes, podrían elegirse por distritos uninominales a una sola vuelta. Con la población actual del Área Metropolitana, esto supone un consejero por cada cincuenta mil habitantes. Que es exactamente la población tomada como referencia para atribuir los diputados que corresponden a la provincia de Barcelona en elParlament de Catalunya (Disp. Transitoria Cuarta Apartado 2 E.A.C.)

La creación de una conciencia metropolitana exige definir las circunscripciones electorales prescindiendo de las demarcaciones municipales, buscando espacios que coincidan, en la medida de lo posible, con los “barrios” ya existentes y os proyectados “barrios metropolitanos”.

En términos de representación territorial, nuestra propuesta no cambia sustancialmente la situación actual en la que el municipio de Barcelona tiene veinticinco representantes sobre noventa miembros, ahora pasaría a tener treinta y dos sobre un total de cien. El Consejo Metropolitano así configurado, elegiría de entre sus componentes al Alcalde Metropolitano que gozaría así de la confianza de una mayoría en el Consejo.

La necesidad de que exista un vínculo permanente entre representantes y representados y el extendido sentimiento de crisis en torno a la propia idea de la democracia representativa, hacen aconsejable otorgar al electorado la posibilidad de impulsar un voto revocatorio de los consejeros electos.

Instar un voto revocatorio debería exigir que sus promotores contaran con el apoyo inicial de un porcentaje razonable de electores, considerando como mínimo aconsejable un 10%, dando lugar, si se comprueba tal apoyo, a una votación estrictamente revocatoria que, de prosperar, daría lugar a una nueva convocatoria electoral únicamente en el distrito afectado.

El sistema así concebido garantiza, en nuestra opinión, que el nivel de conocimiento de la institución aumentase rápidamente, incluso con niveles de participación relativamente bajos.

Se cumple también con el principio de representatividad y legitimidad de origen y se garantiza que los consejeros, excepto los de carácter nato, respondan de su gestión metropolitana directamente frente a su electorado, rompiendo la disfunción actualmente existente que juzga la gestión metropolitana con óptica local.

Es cierto que, tal como se plantea el sistema, no está funcionando en ninguna administración metropolitana de nuestro entorno. Sin embargo las diferencias respecto de otros modelos son sustancialmente dos: 

  1. La incorporación de los alcaldes como miembros natos del Consejo Metropolitano.
  2. La admisión del voto revocatorio del mandato.

La primera es ya una realidad en nuestro sistema y responde al reconocimiento del carácter federativo que ha tenido siempre la Barcelona Metropolitana y que constituye, además, la única vía posible hacia la futura institucionalización de Barcelona Región. 

La segunda es una aportación de uso cada vez más extendido en sistemas que consideran imprescindible acercar los representantes a sus electores y dar a los electores sistemas más eficaces para exigir responsabilidad a sus representantes.

Es importante resaltar que la propuesta de nueva gobernanza que formula BDF no implica la creación de nuevas administraciones. Por el contrario, en la medida en que aumenta la legitimidad democrática y la representatividad de una administración preexistente debería posibilitar una disminución de organismos cuyo personal, presupuesto y funciones serian asumidos por la AMB.

Suprimido ya el Consell Comarcal del Barcelonés, deberían suprimirse o redefinir los Consejos comarcales del Baix Llobregat y del Vallès Occidental delegando en lo menester sus competencias al AMB.

Lo mismo debería ocurrir con la Diputación de Barcelona que pasaría a ejercitar sus competencias más allá del territorio del AMB al tiempo que delegaría competencias y transferiría recursos a favor de la AMB.

El resultado supondría una administración más fuerte, más eficaz, en tanto que más simple estructuralmente, y menos costosa en su funcionamiento si se suprimen organismos duplicados y se delegan competencias adecuadamente.

Por último, pero no menos importante, el establecimiento de un nuevo sistema de gobernanza para el AMB no requiere complicados procesos ni reformas constitucionales o estatutarias. La ley de creación del AMB es una ley del Parlament de Catalunya  y la reforma de su gobernanza puede hacerse por el mismo medio: es simplemente una cuestión de voluntad política.

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