Un renacimiento para el Pla Cerdà. 10 puntos

Un renacimiento para el Pla Cerdà. 10 puntos

El Proyecto recién iniciado de supermanzana de Colau en el Eixample de Barcelona, significaría, de realizarse, la liquidación del pla Cerdà, que configura la ciudad moderna. Esta afirmación, la razonaba en mi artículo anterior , y concluía afirmando que la respuesta a las necesidades de la Barcelona del tercer milenio se encuentra precisamente, respetando, profundizando y actualizando,  la propia lógica de Cerdà.

He aquí 10 puntos como esbozo de la respuesta:

1. Resolver el desastre Colau.

Limpiando el cutrerío al que ha sometido a tantas calles y plazas es un imperativo urgente. El primer paso es recuperar la normalidad y una estética, si no excelente, al menos sí decente, para todo el espacio urbano, incluida la iluminación pública. Se trata de que la ciudad renazca, con un lavado de cara de lo que mejor tiene.

2. Es imperativo un modelo de transporte público a la altura del tercer milenio

Que debe expresar funcionalmente la ciudad que queremos. Su naturaleza condiciona todo  cambio urbano. Debe articular: 1) La trama de la  ciudad de Cerdà con el área metropolitana y el conjunto de Catalunya y, por tanto, compromete a las otras administraciones públicas en un plan común del todo eléctrico, que incorpora buses, ferrocarriles, metro, nuevos medios y aparcamientos periféricos como nodos de intercambio. 2) La introducción de nuevos sistemas de transporte, junto con la mejora de los actuales, mediante las nuevas tecnologías. Un ejemplo pueden ser las líneas de autobuses  axiales de gran capacidad sincronizados semafóricamente. 3) La aplicación de medidas urgentes, coherentes con el nuevo modelo, para satisfacer las necesidades más apremiantes de quienes vivimos o trabajamos en Barcelona, unido al desarrollo progresivo y sistemático de todo el modelo. La ciudad debe saber qué se va a hacer con el transporte y la movilidad, cómo y cuándo. (Naturalmente, el tranvía por la Diagonal desaparece por donde le corresponde: el desagüe de los desatinos).

3. Desarrollar, profundizar y actualizar el pla Cerdà.

En todas sus virtudes y a partir de su propia naturaleza, ordenando el espacio de acuerdo con sus criterios, recuperando sus calles y chaflanes; eliminando todo vestigio de cutrerío; liquidando el conato de supermanzana del Eixample de Colau, revisando las pocas  supermanzanas creadas para evitar, como sucede con la del mercado de Sant Antoni, su pronta degradación. Se otorga prioridad a la inversión para  recuperar los espacios centrales de las manzanas como jardines, se modifica el actual proyecto de la Vía Laietana y se concreta la movilidad con tecnología y criterios de fluidez. Se reordena el espacio  del entorno de  las  grandes plazas señaladas por Cerdà y se aplican supermanzanas allí donde según el Pla eran posibles. Todo ello enmarcado en una política pública que evite la gentrificación, que tiene en los pisos turísticos su principal baluarte. 

4. La renaturalización de la ciudad.

Integrando la naturaleza  humanizada en su seno, situando como uno de sus fines el incremento extraordinario del espacio arbolado. Transformando todas las plazas, sobre todo las duras, para convertirlas en espacios de vegetación bien cuidados. Replantear para su mejora todos los espacios verdes existentes y vincular toda esta transformación a la realización de ejes verdes sin atentar contra la movilidad. El desaprovechamiento de la Avenida del Paral·lel como eje verde y la insuficiente cubierta arbórea de la vertiente local del Collserola son buenos ejemplos de lo que no debe ser. Incentivar la vegetalización de cubiertas y fachadas es otra necesidad. Una ciudad verde significa la posibilidad de reducir en unos grados la temperatura ambiental, disminuir la contaminación por Coy las peligrosas micropartículas, creando un entorno más saludable. Esta política no debe ser algo residual, sino principal, porque es básica para enfrentarnos a la crisis climática. El aprovechamiento máximo de las aguas freáticas y recicladas, y la multiplicación de láminas de agua, surtidores y vaporizadores, utilizando energía sostenible, es una necesidad y no un lujo.

5. Todo el Proyecto Barcelona Cerdà XXI debería enmarcase en un plan propio de Catalunya

Para paliar y superar los estragos de la crisis del clima: olas de calor sucesivas, noches tórridas, lluvias más escasas y torrenciales y nuevos y más problemas de salud pública. En términos ambientales no volveremos al pasado, y nuestra actitud para rehacer el país y la ciudad debería ser equivalente a la historia de los países del norte de Europa, donde un clima extremo no les ha impedido producir y vivir bien.

6. La ciudad debe convertirse en un centro productor de energía renovable a gran escala.

Para ello, tres medidas como mínimo son necesarias: organizar e incentivar la instalación de paneles solares, simplificar la burocracia del proceso, y- decisivo- la normativa eficaz que permitan aportar realmente a la red eléctrica general los excedentes producidos, y ser justamente compensados por ello. La situación actual es una barrera que impide la transformación de hogares de consumidores a productores de energía.

7. Es necesario replantearse todo el casco antiguo para hacerlo mucho más habitable, higiénico y digno.

El respeto a la historia y a la tradición que debemos mantener no debe ser incompatible con derruir o transformar lo necesario, aquello que está mal, es insalubre e indigno como hogar.  Y construir en mejores condiciones climáticas e higiénicas ofreciendo la vivienda social a aquellos que hasta ahora viven en condiciones pésimas. Se trata, en definitiva, de revisar lo que Cerdà tenía preparado para la ciudad vieja y adecuarlo, en lugar de haberlo descartado de plano. Construir en altura y ganar espacio verde es una opción estratégica. La crisis climática va a hacer más invivible esta parte de Barcelona, que se degradará todavía en mayor medida. 

8. Hay que atreverse a crecer hacia abajo porque esto ayudará a controlar mejor las condiciones adversas del clima y un mejor control ambiental.

La idea de que el coche va a desaparecer en treinta años es absurda. ¿Con qué lo sustituiremos; bicicletas y patinetes en una ciudad muy envejecida? ¿SEAT fabricará maceteros en lugar de coches pagando buenos salarios? Lo que se producirá será su transformación y racionalización, pero el coche seguirá ahí. Lo que se requiere es hacerlo compatible con la calidad ambiental, y en este sentido el desarrollo subterráneo forma parte de la solución. Para situar una referencia, Madrid podría ahora mismo reducir las emisiones de CO2 si captara los gases emitidos en sus vías subterráneas y los transformara en oxígeno y algunas de las aplicaciones posibles, como combustibles sintéticos neutros, materiales diversos y usos industriales. De eso también va el futuro: reutilizar el C02 de la atmosfera, y esto es más económico si se canalizan las emisiones subterráneas.

9. Es vital una política eficaz que evite la apropiación sistemática de las plusvalías públicas.

Esta es una aplicación de la economía urbana a la concepción de Cerdá de la igualdad en el espacio público, y aborda múltiples aspectos que permitirán ordenar con justicia la ciudad; desde los pisos y habitaciones turísticas, al exceso y desorden de terrazas y otras ocupaciones de la calle, como la venta ambulante, el mal uso del espacio público de bicicletas, patinetes, el aparcamiento invasivo de motocicletas en las aceras, de coches, del desorden dela descarga y de los servicios municipales, generador de costes etc. No deja de ser una contradicción, una más, que sea bajo un gobierno progresista cuando más ha crecido la privatización de bienes comunes de la ciudad.

10. Y, en resumen y conjunto, es necesaria una planificación indicativa e integrada que una fines, objetivos, recursos, agentes, tiempo y espacio, articulada a una gran concertación que haga de la ciudad una tarea y, en lo posible, una ilusión común.

Necesitamos identificar consensuadamente lo necesario y lo urgente, el orden de prioridades, y tener claro los caminos a recorrer, estableciendo la planificación a medio y largo plazo de cómo hemos de transformar la ciudad para que se convierta en un modelo sostenible y, a la vez, capaz de proporcionar una vida productiva y amable a sus habitantes y a quienes trabajan en ella.

Font: La Vanguardia, JOSEP MIRÓ I ARDÈVOL

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